El biosistema humano es increíblemente inteligente, funcionando primordialmente orientado hacia la homeostasis y la supervivencia. Incluso las reacciones más incómodas y aparentemente inusuales o disfuncionales suelen ser respuestas o consecuencias de mecanismos en esta dirección.
Aquello que Freud denominaba como resistencias podría corresponder así a los recursos y acciones activados por el conjunto mente-cuerpo para preservarse.
Al mismo tiempo, abordar y discutir temas sexuales, reproductivos y de fertilidad constituye un ámbito delicado, sujeto a tabúes y vergüenza, atribuido de significados psicológicos, sociales y culturalmente simbólicos debido a su naturaleza íntima y privada, lo cual puede propiciar interpretaciones y juicios.
Las terapias psicológicas orientadas al cuerpo son recursos extremadamente útiles y funcionales en el tratamiento de traumas, emociones estancadas, bloqueos y síntomas corporales. Sin embargo, en las terapias corporales más conocidas, al enfocarse en la activación y relajación del sistema nervioso autónomo, puede resultar difícil modular la regulación emocional y, por ende, corporal, lo que conlleva el riesgo de provocar un mayor trauma en las personas al abordar temas que implican partes del cuerpo y asuntos tan delicados.
En general, cuando existe una herida emocional, bloqueos psicosomáticos o fragmentación debido a eventos difíciles en la vida, es esencial buscar formas y recursos para reparar y sanar. El uso del tiempo y de la delicadeza como recursos implica acompañar a la persona, co-creando una relación terapéutica basada en la comunicación profunda y la escucha atenta.
La Terapia de Potenciación y Capacitación (TPC) opera de manera gradual, comenzando con un mapeo corporal que destaca las áreas relacionadas con los órganos genitales y reproductivos, al mismo tiempo que entrena la capacidad de sentirse más centrado y enraizado en el propio cuerpo. Convertirse en guías de su propio cuerpo activa la capacidad de sentirlo y movilizarlo, manteniendo siempre la opción de detenerse en cualquier momento. Cuando surjan sentimientos de miedo, vergüenza u otras sensaciones incómodas, siempre es recomendable detenerse, acoger y escuchar lo que está sucediendo para reparar memorias y dar nuevos significados a las experiencias.
Aprender y apropiarse de técnicas específicas es reparador y fomenta una mayor conciencia corporal, permitiendo conectar con uno mismo de manera natural y sin temor ni sumisión. Este proceso representa un entrenamiento que fomenta una actitud proactiva para abordar diversas situaciones de la vida, incluidas aquellas que son incómodas, como las relacionadas con la reproducción médicamente asistida, así como las dinámicas de pareja.
La delicadeza en la Terapia de Potenciación y Capacitación (TPC) permite el tiempo necesario para experimentar y transitar las diversas etapas de apropiación y concienciación de los cambios. Proporciona herramientas concretas para la regulación emocional, el enraizamiento y el restablecimiento del equilibrio homeostático. Ofrece una vía para sanar heridas emocionales y abordar temas delicados con un sentido renovado de empoderamiento y autoconciencia.
En conclusión, la delicadeza y la suavidad emergen como elementos esenciales en la Terapia de Potenciación y Capacitación (TPC), brindando un enfoque terapéutico que respeta la complejidad y sensibilidad de las experiencias humanas y promoviendo una conexión más profunda con el propio cuerpo y sus experiencias.
La delicadeza con la que opera la TPC es inherentemente reparadora: se convierte en un recurso y una oportunidad para la sanación, gracias a la experiencia de delicadeza que proporciona.
Chiara Businelli
Psicologa clinica - psicoterapeuta
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