¿Por qué es tan importante el contacto humano?

Vivimos  tiempos excepcionales. La pandemia nos ha trastocado la vida en lo cotidiano, teniendo que cambiar unos hábitos arraigados en nuestro día a día y en nuestra cultura mediterránea de vernos, acercarnos y tocarnos.

Nos encontramos con los amigos y tenemos que inhibir el impulso a besarnos y abrazarnos. 
Vamos por la calle y no podemos ver las sonrisas.



O vemos gente que no lleva la mascarilla y esto nos irrita y nos impulsa a enfadarnos por quien no es solidario con el resto.
 
O vemos muchas caras tapadas y esto nos incomoda y nos hace sentir presos. 

¿Por qué es tan importante el contacto humano? 

Porque somos seres sociales y estamos preparados neurológicamente para regular nuestro organismo con los otros seres humanos. 

Otras especies viven acostumbradas a tener que alimentarse y enfrentar peligros de forma individual. Los humanos tenemos parte de esta forma de vida, pero evolucionamos hacia formas sociales de subsistencia. Nacemos muy frágiles y vulnerables y esta vulnerabilidad dura años. Necesitamos que nos cuiden y nos protejan, por lo que nuestro sistema nervioso se ha desarrollado de tal forma que los demás nos indican tanto o más que los ruidos o las señales visuales que estamos seguros o estamos en peligro. 
Seguramente podréis recordar alguna vez que los bebés miran la cara de su madre para saber si puede ir por un sitio que no sabe si es seguro. Hay un experimento muy bonito (que puede verse en YouTube) en la que los bebés tienen que bajar por una rampa pronunciada y solo lo hacen cuando ven la cara de su madre tranquila. 

A esa parte del sistema nervioso se le llama sistema de conexión social y está formado por una rama del sistema autónomo parasimpático que tiene múltiples terminaciones nerviosas en el oído, en los ojos y en la cara. Cuando vemos las caras de la gente sonriente, oímos voces que no denotan peligro y nos tocamos, nuestro sistema nervioso da señales al cerebro de que nos podemos sentir seguros y en paz. En contrapartida, si vemos muchas caras tensas y estresadas y las voces son altas y graves, nuestro sistema nervioso se pone en alerta. Empezamos a segregar las hormonas del estrés y el cuerpo se prepara para huir, luchar o paralizarse. 

No es extraño entonces que estos tiempos nos generen tanto desasosiego. Si no nos vemos las caras, y las voces están tapadas, nos cuesta mucho sentirnos tranquilos. El experimento de la cara quieta (que también se puede encontrar en You Tube) del psicólogo Ed Tronick demuestra la necesidad que tenemos desde el nacimiento de ver y ser vistos de tal modo que se exprese la interacción emocional. En la edad adulta también es importante no sólo para nuestra salud psicológica sino del organismo al completo ya que el mayor factor de protección para la salud humana es la cantidad de interacciones sociales, saludos y sonrisas que recibimos diariamente. 

Por suerte, los oídos y los ojos no los tenemos tapados. Tendremos que hablarnos mucho y aprender a expresar mucho más con los ojos y el cuerpo en su totalidad.

Ana Cortiñas
Psicóloga General Sanitaria
Psicoterapeuta

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