La fertilidad asistida ha cambiado el mundo de las parejas y ha creado la posibilidad de crear nuevas formas de familia.
No sé cuál fue la primera intención de crear la fecundación in vitro. Supongo que fue la intención de poder dar respuesta a los problemas de fertilidad de algunas parejas que deseaban tener hijos y no podían, pero ahora ha podido ser utilizada para permitir que distintos tipos de parejas tengan hijos, y que se formen familias sin que haya pareja.
Una de las situaciones que se plantean es la de retrasar el ciclo vital de ser madre, o la de poderse plantear ser madre aunque la pareja tome la decisión de no querer tener hijos. Una mujer sola puede decidir tener una criatura y cabe la posibilidad de romper la pareja si el otro miembro no quiere.
¿Qué puede llevar a tomar una decisión así?
Quizá la decisión de tener una criatura y romper la pareja no es una relación de causa- efecto. En realidad, quien quiere procrear tiene un proyecto de vida y un deseo de compromiso que el que no quiere tener un bebe no tiene. Cuando planteo esto, no hay un juicio de valor. Los proyectos de vida pueden ser múltiples y no hay ninguna obligación de procrear. Pero si uno quiere y el otro no, y ninguno de los dos se convence del proyecto del otro, la ruptura se plantea como solución. Así cada uno sigue con su vida, y siente que tiene la libertad de hacer la vida que quiere.
Sin embargo, las rupturas no son fáciles, sobre todo si lo único que desunía era ese punto. Incluso la ilusión de tener un hijo se puede teñir de la añoranza y la duda de si fue una buena decisión. Quizá el que no quiere tener familia, no podría compartir una ilusión, pero era un buen compañero de camino.
Teniendo en cuenta que los de los duelos no resueltos pueden dificultar la crianza de un bebé (un duelo quita energía y sensibilidad emocional), la decisión de tener una criatura y criar sola tendría que ser meditada, sobre todo en los aspectos de saber la capacidad que se tiene de soportar el estrés y la capacidad de crear una buena red de apoyo. Criar un hijo no es un trabajo que sea fácil hacerlo sola. Nuestra naturaleza como especie es la de vivir en sociedad. La forma de sociedad actual, en la que se vive en pisos aislados, cada uno en soledad no es la más indicada para sobrellevar el estrés de la crianza. Por eso, es importante sentir que se tiene una buena red de apoyo emocional. Eso no quiere decir que no se pueda ser madre o padre solteros. Simplemente, que el trabajo de crianza requiere de un colchón emocional para poder superar los momentos más difíciles y cansados, para que no se resienta el vínculo afectivo.
Ana Cortinas
Psicóloga General Sanitaria
Psicoterapeuta
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