Estas Pascuas, leyendo el libro Instrumental de James Rhodes hubo dos párrafos que me inspiraron para escribir este post.
El primero fue “Mi hijo fue y es un milagro. No voy a experimentar nada en la vida que pueda equipararse a la incandescente bomba atómica de amor que estalló en mi interior cuando nació. No había entendido la palabra perfección hasta que lo tuve en brazos”.
¿Qué madre/padre no ha experimentado lo que relata James Rhodes? La relación con el hijo/a empieza en el momento que se desea tener un hijo/a, en el momento que se empieza a pensar en mi bebé. Muchas fantasías, visualizaciones, sueños,… se hacen realidad en el momento que tenemos, por primera vez, en nuestros brazos a nuestro hijo/a. Ese momento es de un inmenso amor, un amor incondicional que nos convierte en madre/padre. Y a partir de ese momento maravilloso, nuestro/a hijo/a depende de nosotros. Depende con unas necesidades que debemos cubrir desde el amor, el buen hacer y el buen trato.
Cuando tenemos a nuestro/a hijo/a en nuestros brazos, nos miramos, nos encontramos y nos reconocemos. Así es como debe surgir el encuentro con el Otro. Debemos transmitirle a nuestro/a hijo/a que estamos aquí, que cuenta con nosotros. Tenemos que transmitirle y hacerle sentir que es único/a para nosotros. No bastará quererle, tendremos que hacerle sentir que le queremos.
En este punto es cuando me viene a la mente la otra cita del libro Instrumental: “Igual crees que sabes qué hay que hacer, pero hasta que estás delante del teclado y descubres lo inmensa, abrumadoramente complicado que es, cuánto esfuerzo y concentración requiere, no sabes nada.”
Aunque se refiere a la carrera pianística, lo podemos trasladar a la carrera de madre/padre, una carrera que no tiene fin y de la cual no sabemos verdaderamente nada hasta que tenemos a nuestro/a hijo/a en nuestros brazos.
Desde el nacimiento nuestro/a hijo/a tiene unas necesidades que debemos cubrir y mimar: necesidades fisiológicas, necesidades de lazos afectivos seguros y continuos, necesidades cognitivas, necesidades sociales y necesidades de valores.
Como seguro habréis descubierto ya, el post de hoy va dedicado a las necesidades de lazos afectivos seguros y continuos.
Para nuestros/as hijos/as son importantísimos los cuidados afectivos que recibe, sobre todo en la primera infancia. Esos cuidados serán determinantes para cuidar de su salud mental.
A nuestro/a hijo/a debemos asegurarle lazos afectivos de calidad, incondicionales, estables y continuos. Esos lazos que le hacen sentir que le queremos. Debemos transmitirle cariño a través de caricias y de conversaciones amorosas, en cantidad suficiente. Debemos tener comportamientos constantes y coherentes que sean capaces de calmar la excitación provocada por sus estados de necesidad.
Y… ¿cómo lo hacemos?, ¿cómo cumplimos con nuestros deberes?
Tendremos que experimentar múltiples momentos de caricias y de contacto piel con piel. CONTACTO, TOCAR, CARICIAS con toda la dedicación y exclusividad que necesita nuestro/a hijo/a. Diariamente tenemos que acariciarles y darles un masaje (no demasiado suave ya que sino pueden recibirlo como cosquillas y reaccionar aversivamente). Las experiencias de contacto piel con piel son muy necesarias para estimular su crecimiento y desarrollo físico y psicológico. Esas experiencias nos llevaran a una sintonía y contacto emocional con nuestro/a hijo/a , nos ayudaran a establecer un vinculo positivo y ayudaran a nuestro/a hijo/a a regular su estado emocional y a tener un sentimiento de bienestar.
Concha Palou
Pedagoga terapéutica
El primero fue “Mi hijo fue y es un milagro. No voy a experimentar nada en la vida que pueda equipararse a la incandescente bomba atómica de amor que estalló en mi interior cuando nació. No había entendido la palabra perfección hasta que lo tuve en brazos”.
¿Qué madre/padre no ha experimentado lo que relata James Rhodes? La relación con el hijo/a empieza en el momento que se desea tener un hijo/a, en el momento que se empieza a pensar en mi bebé. Muchas fantasías, visualizaciones, sueños,… se hacen realidad en el momento que tenemos, por primera vez, en nuestros brazos a nuestro hijo/a. Ese momento es de un inmenso amor, un amor incondicional que nos convierte en madre/padre. Y a partir de ese momento maravilloso, nuestro/a hijo/a depende de nosotros. Depende con unas necesidades que debemos cubrir desde el amor, el buen hacer y el buen trato.
Cuando tenemos a nuestro/a hijo/a en nuestros brazos, nos miramos, nos encontramos y nos reconocemos. Así es como debe surgir el encuentro con el Otro. Debemos transmitirle a nuestro/a hijo/a que estamos aquí, que cuenta con nosotros. Tenemos que transmitirle y hacerle sentir que es único/a para nosotros. No bastará quererle, tendremos que hacerle sentir que le queremos.
En este punto es cuando me viene a la mente la otra cita del libro Instrumental: “Igual crees que sabes qué hay que hacer, pero hasta que estás delante del teclado y descubres lo inmensa, abrumadoramente complicado que es, cuánto esfuerzo y concentración requiere, no sabes nada.”
Aunque se refiere a la carrera pianística, lo podemos trasladar a la carrera de madre/padre, una carrera que no tiene fin y de la cual no sabemos verdaderamente nada hasta que tenemos a nuestro/a hijo/a en nuestros brazos.
Desde el nacimiento nuestro/a hijo/a tiene unas necesidades que debemos cubrir y mimar: necesidades fisiológicas, necesidades de lazos afectivos seguros y continuos, necesidades cognitivas, necesidades sociales y necesidades de valores.
Como seguro habréis descubierto ya, el post de hoy va dedicado a las necesidades de lazos afectivos seguros y continuos.
Para nuestros/as hijos/as son importantísimos los cuidados afectivos que recibe, sobre todo en la primera infancia. Esos cuidados serán determinantes para cuidar de su salud mental.
A nuestro/a hijo/a debemos asegurarle lazos afectivos de calidad, incondicionales, estables y continuos. Esos lazos que le hacen sentir que le queremos. Debemos transmitirle cariño a través de caricias y de conversaciones amorosas, en cantidad suficiente. Debemos tener comportamientos constantes y coherentes que sean capaces de calmar la excitación provocada por sus estados de necesidad.
Y… ¿cómo lo hacemos?, ¿cómo cumplimos con nuestros deberes?
Tendremos que experimentar múltiples momentos de caricias y de contacto piel con piel. CONTACTO, TOCAR, CARICIAS con toda la dedicación y exclusividad que necesita nuestro/a hijo/a. Diariamente tenemos que acariciarles y darles un masaje (no demasiado suave ya que sino pueden recibirlo como cosquillas y reaccionar aversivamente). Las experiencias de contacto piel con piel son muy necesarias para estimular su crecimiento y desarrollo físico y psicológico. Esas experiencias nos llevaran a una sintonía y contacto emocional con nuestro/a hijo/a , nos ayudaran a establecer un vinculo positivo y ayudaran a nuestro/a hijo/a a regular su estado emocional y a tener un sentimiento de bienestar.
Concha Palou
Pedagoga terapéutica
No hay comentarios:
Publicar un comentario