El tacto

Me estoy rascado la nariz y el entrecejo, y junto mis manos mientras pienso en cómo empezar el texto. 
Éstos, o algunos otros parecidos, son gestos habituales en los seres humanos que podemos hacer y observar sin tener en cuenta el significado profundo que tiene la piel y el tacto.
Si hablamos de sentidos, todo el mundo pensaría que es una gran pérdida dejar de ver y de oír. Pero ¿pensamos en la piel?

Cuando me frotaba el entrecejo estaba pensando en la capacidad de adaptación que tenemos, que nos permite construir culturas e ideologías que incluso nos hacen alienarnos de nuestras necesidades básicas, sin valorar las consecuencias. Es algo extraño para una gata, o una vaca o una oveja, parir y no lamer al recién nacido. No lo hacen solo para limpiar a su cría, sino que al lamer tocan y, por tanto, dan seguridad a un recién llegado al mundo aéreo y abierto que antes no habían conocido. Todos los mamíferos hemos experimentado una vida opaca, táctil y húmeda, donde no era necesario el aire para sobrevivir. Es cierto que la experiencia anterior de la vaca, la oveja, o la gata puede hacer que no laman a sus crías. Vivir en un ambiente hostil, o no haber recibido las caricias y el acicalamiento de sus madres las hace inútiles para maternar. Pero si hay una especie que haya construido un ambiente que invisibiliza la necesidad de tocar es la especie humana en su versión occidental y colonizada por una cultura anglosajona calvinista y puritana.

La piel es más que algo que cuidar con cremas, o erotizar para ser objeto sexual. El tacto es el primer sentido que se forma en el ser humano. A las veinte semanas de gestación la piel está totalmente completada y funcional. Al nacer, un bebé necesita ser “lamido” por su madre para poder establecer un lugar de seguridad después de pasar de un ambiente cálido, oscuro y húmedo, a otro abierto y aéreo. Necesita tocar con su boca el pezón materno y el contacto con la piel de su madre para poder establecer una respiración abdominal adecuada, y que su sistema inmunológico se establezca. Necesita de unos brazos amorosos para ser mecido y que su sistema vestibular acabe de regular su temperatura y continue formando su cerebro y los órganos que se quedaron a medio hacer porque la posición bípeda de los seres humanos no permite que la cría nazca cuando sería más formado. Sobre todo, del tacto proviene la sensación sentida de seguridad que elimina el peligro y envía el mensaje implícito de ser bien venido allá donde se haya llegado. Del tacto inicial se regula o no el sistema nervioso y es el primer sentido con el que se empieza a conocer el mundo y los objetos (todos nos hemos llevado a la boca los objetos para saber verlos)

El tacto establece la sensación de amor, afecto y ternura de los que tantos están tan faltos y que buscan en el sexo como sucedáneo de amor, o que provoca que tantas relaciones sexuales sean insatisfactorias.

El tacto es conocimiento, contacto, conexión y, sin embargo, hemos creado una sociedad que valora los objetos y las apariencias. Gran parte de los prejuicios provienen de la apariencia de la que informa la vista. Y de la falta de tacto…

Ana Cortiñas
Psicóloga General Sanitaria
Especialista en apego, trauma y parentalidad

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