La función especular y las mascarillas

Nos encontramos viviendo un momento de crisis sanitaria y económica, a nivel mundial, con múltiples daños colaterales. 

Son muchos los factores traumáticos que nos ha dejado, deja y dejará la pandemia.

En este post, me voy a centrar en un daño que, si no ponemos soluciones, van a sufrir nuestros bebés de la primera infancia.





En estos días he visitado unas escuelas infantiles, por motivo de trabajo, y se me han creado complejas preguntas al ver la población de 0 a 3 años, con sus educadoras o maestras con las mascarillas. ¿Cómo van a poder los bebés, entre 4 y 7 meses, empezar a asociar el significado emocional con las distintas expresiones faciales?, ¿Cómo se iniciarán, entre los 8 y 10 meses, en la interpretación de las expresiones emocionales?, ¿Cómo podrán los bebés ante una situación incierta, dirigir la mirada a la educadora y utilizar la información de la expresión emocional? 

Lo que mira el bebé cuando ve el rostro de la madre es a sí mismo y esto le permite ir enriqueciendo su mundo de significados. De esta importante función para el desarrollo psíquico del bebé se debe hacer cargo primero la madre, luego la familia y en el caso de la temprana incorporación a la escuela infantil, la educadora o maestra. Así, el rostro ocupa un papel importantísimo para el desarrollo emocional. 

Hacia los 10 meses de vida del bebé aparecen figuras de apego subsidiarias, de este modo la educadora o maestra pasará a ser una de ellas, convirtiéndose en un referente afectivo importante con la que debe de tener la oportunidad constante de interactuar. 

La educadora o maestra debe actuar de filtro estabilizador que regule los factores externos de estrés en el bebé, para que pueda conseguir una organización fisiológica. La tarea será reflejar con la palabra, con la conducta y con sus gestos el estado emocional del bebé, hacer de espejo amplificando estas emociones para que el bebé pueda aprender que la emoción es suya. Esta función especular debe ser congruente con lo que siente el bebé y devolvérselo con gestos marcados. Debe estimular y calmar para ayudar al bebé a lograr un nivel optimo de excitación. Se le ha de devolver lo que es el bebé, sus emociones del momento a través de la mirada y gestualidad del rostro. 

Nos estamos acostumbrando a vivir con mascarilla porque cada vez estamos más concienciados de la importancia para frenar la pandemia que sufrimos, pero … el gran hándicap, por todo lo expuesto, es la perdida de la expresión facial al llevar más de la mitad de la cara tapada. 

La solución, por supuesto, no creo que pase por deshacernos de las mascarillas sino más bien por utilizar unas mascarillas que nos permitan la comunicación no verbal y nos devuelvan un poco de normalidad. No soy experta en mascarillas, ni mucho menos, pero quizás nos facilitaría nuestra expresión facial el uso de unas mascarillas seguras, sencillas y transparentes. 

Por otra parte, los padres y madres deberemos reflexionar sobre el impacto de las mascarillas en el desarrollo emocional de nuestros hijos. Estaremos obligados a tener en cuenta que si nuestros hijos acuden a la escuela infantil, tendremos que intentar cubrir todo aquello que, de un día para otro, la pandemia ha cambiado. No podemos olvidar que, sobre todo, entre los 6 y 18 meses para el bebé va a ser importantísimo quién ha estado con él y cómo ha estado cuidado, para poder formar un apego seguro. 

Concha Palou 
Pedagoga terapéutica 
Diplomada en traumaterapia sistémica infantil

 

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