La epidemia de salud mental (La psicoterapia no debería ser un paracetamol)

No paran de salir noticias en prensa sobre el aumento terrible de niños y adolescentes que se autolesionan y que realizan intentos (a veces desgraciadamente con éxito) de suicidios. 

Se ha realizado un propósito de hacer un plan de salud mental por parte del gobierno, y lo primero que se ha llevado a cabo ha sido la creación de una línea telefónica para la atención de la ideación suicida.


Desafortunadamente, la ideación suicida o la autolesión es un síntoma grave y tardío de un malestar psicológico que empezó mucho antes, probablemente en la primera infancia, cuando las estructuras de autoconfianza y auto valía no se pusieron bien. En otras entradas del blog ya hemos hablado de la importancia de la primera infancia para construir un yo fuerte, confiado, sociable, empático y solidario. También se ha comentado la importancia de las figuras de apego (normalmente los padres) para que nuestros hijos sepan autorregular sus emociones al ir creciendo y también para saber pedir ayuda cuando las circunstancias nos sobrepasan. Todos, incluso de adultos, debemos tener apoyos sociales y amistades, parejas o familiares con los que ayudarnos mutuamente y consolarnos. La pandemia y el confinamiento no han sido iguales para todos, aunque todos hemos pasado por la incertidumbre y la inseguridad, sin embargo, no todos lo han vivido igual.

Las épocas de incertidumbre y crisis (y no hemos salido de una para meternos en una guerra en Europa, con consecuencias por lo menos económicas para todos) hacen brotar lo mejor y lo peor de nosotros mismos y de nuestros niños. Pueden hacer surgir elementos de solidaridad, mutualidad, cooperación y creatividad; pero también hacen patente los puntos flacos. Los niños que han crecido inseguros y poco regulados empiezan a mostrar la angustia de forma diferente, y en los casos más graves, a través de la autodestrucción.

Espero que la ley de la Salud Mental que está por crearse tenga en cuenta de una vez por todas que la salud y el bienestar psicológico no dependen de una pastilla. Hoy en día ya se va demostrando que ni siquiera la depresión se debe exclusivamente a un desequilibrio químico cerebral. Hay estudios y libros ya publicados donde se demuestra que la salud mental depende de unas estructuras que deben ser modificadas por otros seres humanos, ya que la enfermedad fue generada en un contexto social, más allá de lo puramente neuroquímico. La psicoterapia no debería estar reducida a unos métodos para mejorar el estado de ánimo. Reducir la psicoterapia a esto no es más que dar paracetamol para la fiebre, sin diagnosticar qué hay debajo del aumento de temperatura. La psicoterapia tampoco se debe abandonar cuando ya estoy bien. Si tengo una infección en una muela, debo seguir en el dentista más allá de tomar los antibióticos y el analgésico para quitar el dolor.

La salud mental es una reconstrucción, una rehabilitación de nuestro edificio psicológico y no deben dejarse grietas a la merced de nuevos temblores ni circunstancias adversas.

Ana Cortiñas
Psicóloga General Sanitaria
Psicoterapeuta

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