El nacimiento de un Yo sano

Quizá se valoraría mucho más el trabajo de los padres si se supiera que la salud psicológica depende de cómo nos hemos creado como individuos en el seno de nuestra familia.

Nacer no es más que el inicio de un ser humano. Cuando nace un bebé está todo por hacer porque, aunque se nace con un temperamento que nos puede hacer más nerviosos o tranquilos, con un umbral más alto o más bajo para el dolor y la estimulación, nuestro yo no está desarrollado. 

Es más: un bebé no tiene aún un sentido del yo. El bebé tiene una ligera noción de un yo corporal pero ni siquiera sabe cómo hacer para coger un objeto, ni sabe para qué sirven los pies o las manos.

Evidentemente, las experiencias y la maduración nos dan un sentido del yo ¿pero ¿cómo se puede hacer para que un bebé desarrolle un sentido de identidad sano? Una de las capacidades más importantes que deben tener los padres es la capacidad de tener en mente (mentalizar) a su bebé como una persona diferente a ellos mismos. Yo tengo un hijo, pero “tener” no implica conocerlo, ni saber lo que necesita, ni sus gustos, ni sus deseos, ni sus características solo porque es nuestro hijo. Necesitamos conocerlo, convivir, experimentar su temperamento y su individualidad en el día a día.

Tener en mente que un bebé es un nuevo ser que tenemos que conocer marca la diferencia entre el desarrollo sano y evita sembrar las semillas que pueden permitir más adelante la generación de sufrimiento psicológico o enfermedad mental.

La mentalización (o ser capaz de tener en mente al bebé como un ser diferente) es uno de los factores que permiten el desarrollo de un apego seguro; es decir, seguridad afectiva y confianza en uno mismo y los demás.

¿En qué consiste mentalizar?

-No presuponer siempre qué sienten nuestros hijos.
-Valorar sus necesidades y deseos.
-Reconocer el efecto de nuestras interacciones sobre las emociones de nuestros hijos.
-Reconocer las emociones que nos provocan nuestros hijos.
-Reconocer nuestros deseos y emociones como diferentes de las de nuestros hijos y explorar por qué vivimos las cosas de esa manera diferente.

¿Por qué estas características desarrollan la salud mental?

Muchos padres pensarán que esto lo hacen todos, pero no es así. Hay padres que creen que lo que ellos sienten es lo mismo que lo que sienten sus hijos. O que saben mejor que ellos lo que deberían sentir o hacer. O que deben obedecer porque sí, sin tener en cuenta su frustración y su sentido de injusticia. O que pueden pegar o humillar por su propio bien sin tener en cuenta las consecuencias emocionales que esos actos producen.

No pensar en un hijo o hija como una persona diferente incluso desde su más tierna infancia implica que crecerán como personas que no se sienten vistas, ni comprendidas, ni valoradas. No desarrollarán la empatía ni la conducta prosocial (si alguien fuera de la familia no proporciona las experiencias reparadoras). La agresividad, la ansiedad, la depresión y otros sufrimientos psicológicos serán mucho más fáciles de aparecer.

Los padres tenemos la posibilidad de ayudar a nuestros hijos a desarrollar un yo sano, por tanto, la salud mental

Ana Cortiñas
Psicóloga General Sanitaria
Psicoterapeuta

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