Los mecanismos de defensa y la personalidad

“No hay peor ciego que el que no quiere ver”.
“Dime de lo que presumes y te diré de lo que careces”.
“Antes se ve la paja en el ojo ajeno que la viga en el propio”.

Son frases hechas que nos indican que la sabiduría popular tiene conocimientos de formas de comportamiento humano que indican que todos (algunos más que otros, algunos más rígidos que otros), utilizamos maneras de defendernos que nos protegen de emociones y heridas a nuestra autoimagen o autoestima. Todos tenemos puntos ciegos. En psicología, a estos puntos ciegos, los llamamos mecanismos de defensa.

Sin embargo, aunque todos utilizamos los mecanismos de defensa, no lo haremos en el mismo grado. Hay personas que cuando les dan una mala noticia, al principio no lo pueden asumir y lo niegan (“no será nada”…), pero después, asumen la realidad. En ocasiones, otros son muy rígidos en la forma de ver la vida. Seguro que todos podemos tener en mente a alguien que, a pesar de que la realidad de sus evidencias, el/ella no la acepta. Por ejemplo, hay personas que me han contado que tuvieron mal trato o abuso en la infancia pero ahora dicen que eso no les ha afectado: han olvidado todo el dolor, la injusticia que sintieron y hasta el terror que pasaron. ¿Por qué pasa eso? Porque nuestra naturaleza social nos ha dado un cerebro muy inmaduro al nacer, que nos ha hecho dependientes de los adultos que nos tiene que enseñar algunas funciones mentales. Una de ellas es la regulación emocional y, si de niños no nos ayudan a gestionar las emociones y situaciones displacenteras, el cerebro actúa desconectando las emociones de la conciencia. Estas emociones no desaparecen de nuestra fisiología, pero sí de nuestra conciencia.

Dependiendo de la edad en la que tuviéramos echar mano a unos mecanismos de defensa continuamente, las estrategias utilizadas pueden marcarnos la personalidad, e incluso provocarnos un trastorno de personalidad. Las personas calificadas de narcisistas, antisociales, evitativas, límite, etc., están caracterizadas así porque utilizan de forma rígida determinados mecanismos para regular las emociones y la autoestima.

Por ello, los terapeutas que trabajamos de forma más profunda, no sólo intentaremos ayudar en los síntomas presentados en la consulta, sino que también estudiamos los procesos utilizados en regular las emociones y la autoestima. No solo tratamos la fiebre, sino también la causa de la fiebre.

Ana Cortiñas
Psicóloga General Sanitaria
Psicoterapeuta

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