Acompañar a nuestros hijos en su dolor

El dolor existe y no excluye ni impide la felicidad. Es una experiencia que da significado a nuestra existencia y se conecta con las experiencias felices.

Nuestros hijos, en ocasiones, sufren emocionalmente y sería una irresponsabilidad protegerles del dolor, ya que les ayudaríamos a desarrollarse como seres indefensos frente a las emociones dolorosas.


¿Es esto lo que queremos para nuestros hijos?

Como padres es fácil que la mera idea del dolor, de nuestros hijos, nos asuste porque podemos vivirlo como un acontecimiento totalmente negativo que debemos evitarles. Sin embargo, el dolor existe y nos corresponde tenerlo en cuenta para su elaboración, superación y gestión del mismo.

Entonces, ¿debemos crearles situaciones dolorosas?. Por supuesto que no, nunca debemos incrementar los motivos de sufrimiento. Nuestro arduo trabajo es acompañarles en su dolor, reconocerlo y descodificarlo para que lleguen, en un futuro, a gestionarlo y superarlo por ellos mismos.

Las emociones, en su totalidad, son imprescindibles para que los niños se comuniquen y puedan atribuir significado a lo que les rodea. Este hecho hace indispensable que nosotros, los padres, les enseñemos a identificar, nombrar, expresar y comprender todas las emociones sin tener miedo a las dolorosas.

Estando atentos a nuestros hijos podremos darnos cuenta de si están bien, si tienen problemas o si tienen una necesidad mayor de recibir nuestros mimos. Así, podremos cuidar sus necesidades emocionales sin aislarles ni criticarles, tomándoles en serio, interesándonos por su visión del mundo y la atribución de significado que hacen sin minimizar lo que sienten.

Nuestros hijos se tienen que sentir comprendidos y valorados, para ello nuestras palabras de adulto no deben ir a reconducir todo a un plano racional, sino que deben cuidar el plano emocional, validando sus emociones para que se sientan comprendidos, aceptados y apoyados. Estos sentimientos facilitaran que cuando sientan dolor emocional, estén en condiciones de afrontarlo de modo positivo y con buenas estrategias para superarlo, sin sentirse confusos o desorientados.

Todas las emociones son indispensables para que nuestros hijos se comuniquen y atribuyan significado a lo que les rodea, para que aprendan a enfrentarse a ellos mismos con sus experiencias y sus sufrimientos. Por ello, les tenemos que dar la oportunidad de que acepten el dolor como parte de la vida, fomentando el diálogo y acompañándoles en el gran reto de aprender a experimentar las emociones, sin que éstas asuman el poder de su mente. No debemos negar al niño la posibilidad de experimentar dolor.

El diálogo que debemos fomentar, no significa una actitud permisiva por nuestra parte sino todo lo contrario. Nuestro hijo debe comprender , en cada situación a través del diálogo, que existe un equilibrio, un límite entre lo que él quiere, siente o necesita y los demás. Para todo ello, será necesario que les ayudemos a verbalizar su dolor y les respondamos a todas sus preguntas y silencios para que pueda situarse ante él, sin evitarlo sino afrontándolo.

Nuestra ayuda se tiene que basar en nuestra capacidad de pensar y describir la situación desde el punto de vista de nuestro hijo no desde el nuestro.

Acompañemos a nuestros hijos a que sientan y crean en un futuro, donde el dolor no absorbe toda su energía sino que, ante el sufrimiento, pueden crear alternativas y darle un nuevo sentido y significado.

Concha Palou
Pedagoga terapéutica
Diplomada en traumaterapia sistémica infantil

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